Nueva

Nos besamos en la estación, rodeados por una muchedumbre invisible.
Con el agua bendita de tu saliva me bautizaste. 
Yo era nueva. 
Nueva como la luna negra.
Nueva como un asombro. 
Nueva como una nena la noche de Reyes.
Lloré cuando el tren, indecente babosa roja, se alejó dejando detrás su baba de plata

Iris Menegoz

Nueva

Mis ojos se van acostumbrando a la penumbra. Llevamos unos diez minutos en el bar y ya puedo distinguir a Marcos en la barra. Lo atiende una melena rubia. Desde aquí no puedo ver más. Me vuelvo para hablar con Guillermo, acabo de conocerlo y su opinión cuenta, porque es el mejor amigo de Marcos. En ese momento le suena el teléfono. Guillermo me sonríe a modo de disculpa. Me arrebujo en la chaqueta de cuero nueva. He tirado la casa por la ventana, porque Marcos es la bomba. Guillermo toma la precaución de leer el nombre en la pantalla antes de contestar. «Me tienen frito», dice buscando mi complicidad. Paula (yo también he leído el nombre) no debe de ser la causa de ese molesto chisporroteo, porque responde inmediatamente. Tiro con torpeza de las mangas de la chaqueta nueva y me vuelvo hacia la barra. Inclinado peligrosamente sobre la barra, Marcos sigue charlando con la melena rubia, Me abrocho un botón de la chaqueta. «Es nueva», oigo que dice Guillermo. «No, no es Isabel, riñeron hace una semana, esta es nueva». Comprendo que se refiere a mí y no a la chaqueta: Isabel es la antigua novia de Marcos. Lo de la semana lo aclararé más tarde, espero, porque hace cuatro que conocí a Marcos en la tienda donde vendo prendas de cuero. Entró a comprarse un cinturón y mientras pagaba me dio su número de teléfono en un pedazo de papel. Lo deslizó por el mostrador. Igual que está haciendo ahora. La melena rubia ha estirado un brazo para coger el mensaje, que ahora hace resbalar por la barra. Reconozco el gesto. Irritada, me levanto de golpe y hago ademán de marcharme. Guillermo me detiene. «Espera, llevas una etiqueta colgando». Me agarra la manga derecha y tira.

Patricia Orts

I have a dream

Yo también tengo un sueño.

Un sueño que contiene todos los sueños.

Un sueño que no quiere perder nada de nuestro pasado.

Nuestros libros, los que leímos, consultamos y todos los demás que nos rodearon, confortaron.

La mesa maravillosa, que se puede configurar como quieras, donde hemos trabajado, conversado, festejado, recibido autores inolvidables.

Un sueño que quiero compartir con todos los usuarios, los compañeros, los amigos que la frecuentan.

Un sueño que está en manos de nuestra hada, nuestra hechicera bibliotecaria Ana. La que  todo empezó, desarrolló, diversificó, encantó… 

Ya lo sé, como el ave fénix, la sabrá recrear más hermosa, más concurrida, más rica… Un sueño, el mío: la nueva biblioteca Jorge Guillén.

Jean Claude Fonder

La llave

—¡Hay una nueva llave del portón! —me dijo el portero cruzándose conmigo en el zaguán. 

— Muchas gracias, ya la tengo –  respondió una muchacha detrás de mí. 

— ¿Quién es? —le pregunté a Anizio, mientras estaba limpiando los picaportes de bronce. 

— Tu nueva vecina.

– ¿Vecina? —Pensé, una mujer tan hermosa no es posible, la miraba por detrás mientras se alejaba. Pantalones cortos de ganchillo, suéter rojo ajustado, alta, pelo largo, morena, paso delicado y seductor. —¡La primera aparición de Nuestra Señora de Fátima! —el conserje soltó una carcajada en el patio.

— Tengo que cambiar toda mi vida —, estaba pensando para mí; una vida nueva, una buena pinta nueva, toda la “onda” de vanguardia, una habitación nueva renovada; la llave nueva debe ser cosa del destino. Una puerta nueva que se abre a un nuevo sitio; es hora de dejar todo atrás empezando un nuevo camino ya.

Hay que jugar todas las cartas con la vecina también. Mi vida siempre ha sido aburrida, sin pena ni gloria, y sin de subidones de energía.

A las tres de la mañana suena el timbre del interfono. Asustado, medio dormido, mientras estaba teniendo una pesadilla, respondo.

— Soy yo, la nueva vecina, discúlpame,  he perdido la nueva llave… me llamo Alejandro, por favor ¿puedes abrir la puerta?

Eso es lo que buscan y desprenden, me dijeron; ese “look” femenino un poco andrógino que tenía, era el encanto de la llave ganadora, la “nueva” era un nuevo.

Luigi Chiesa

Nueva

Olmo Guillermo LLévano

Sucedió al medio día, cuando reunidos en círculo perfecto construido con retazos de nuestras vidas, Sofia, Francois, Emma, Antonela, Verita, Constantino, Eligia, Mariola, Aurelio y yo Zabulón, recibimos al ladrón que a traición había entrado por la ventana revolcándonos el alma: “teníamos que abandonarlo todo”. 

Consternados, constatamos que alrededor los colores habían desaparecido hasta de nuestras propias pieles y reinaba el negativo de una fotografía antigua. Cundió el pánico…                                                                                                                                                  

— Es una realidad. La última en salir seré yo, — proclamó Sofía, guardiana angelical del “bosque encantado” y sabedora de los secretos sellados en maravillosos dibujos que llamamos letras, que sobreviven milenios de hecatombes.

— Nadie abandonará el barco, rechacemos al enemigo, —protestó firme Constantino y Antonela valerosa se ofreció a enfrentarlo sola.  

— Estamos perdidos. Ahora qué va ser de nuestras vidas…, exclamó Mariola en un mar de amargura.

Aurelio, buen líder y con luz propia, llamó a la calma en un momento donde las palabras retumbaban, se nos enredaban  y nadie entendía nada… 

— Ya no hay tiempo. En segundos el acceso será clausurado. Aquí no volvemos, —sentenció Verita.                                                                                

… Uno a uno nos fuimos levantando cabizbajos, con excepción de François y Emma quienes ofreciéndonos emblemáticas sonrisas de tranquilidad y calma, guiaron cada paso nuestro hacia la salida, un túnel sin tiempo que penetramos, desembocando al instante en un nuevo mundo… Un espacio asombroso inundado de colores entrelazados… los amarillos azafrán, maíz, limón y oro con los rojos cadmio, remolacha, indio, rosa, fucsia, rubí, terracota, azules cielo celeste, jade, turquesa, púrpura violeta, naranjas, verdes bosque, esmeralda, lima, manzana…                                                                                                                                                                                                                     

Estaban todos. Una música celestial nos envolvía.

Nuestro mago alquimista y su sacerdotisa nos dieron la bienvenida:

— Les presento la nueva sede. Ella sigue siendo nuestra segunda casa y está a sólo diez pasos de la mía…

— En incontables ocasiones, había soñado lo mismo…

Olmo Guillermo Liévano

Nueva destinación

Los muros de la antigua fortaleza han sido apenas refrescados.  Encaladas las celdas, iluminados los estrechos corredores que no hace siquiera un siglo atrás llevaban de las mazmorras al patio central donde se levantaba el cadalso. Los desgastados terraplenes, consumidos un tiempo por el ir y venir de caballos, de  cañones y botas y luego de vehículos chirriantes, han sido  rellenados y  recubiertos con un pedregullo claro, casi blanco, que contrasta con las altas murallas incrustadas en los dientes oscuros de los Alpes. La nueva destinación prevé que la fortaleza se convierta en un polo de atracción turística, un centro cultural. Grandes carteles amarillos esparcidos por torres y desniveles indican ahora, sin posibilidad de error, direcciones obligadas: entrada, salida, punto bar,  ascensores, baños. Estos últimos, concebidos con criterio postmoderno dentro grandes containers negros semejantes a búnkeres.

Para rehabilitarla han recubierto la extensa pared del fondo, la de los fusilamientos, con una enredadera que recae sobre el foso, revestido de césped y bancos de madera, rebautizado “zona relax”. Los calabozos de la antigua prisión ahora albergan cuadros e instalaciones de artistas  contemporáneos. El gran despliegue de iniciativas forma parte de un proyecto mayor que se propone dar nueva vida a aquella que fuera en una época un laberinto infernal.

Y pudiera decirse que casi lo han logrado si no fuera por algunos hechos incontrolables que nadie sabe explicarse. Sucede a menudo que los visitantes vengan azotados por un tropel de ráfagas heladas que como escalofrío recorren las cavidades del baluarte. Sucede también que escapen asustados por los lamentos que,  como respiración entrecortada,  brotan de la piedra. Si no fuera por esto, la nueva destinación sería perfecta. Nadie habla tampoco del líquido morado que cada tanto destila de las grietas y que ningún encalado ha conseguido hasta ahora cancelar.

Adriana Langtry

Nueva vida4

Pensamientos, pensamientos, pensamientos…. aparecen en continuación, de día de noche, son responsables de mi escaso descanso nocturno. Una inquietud sin respuestas…

Todo empezó desde que Rodolfo ya no está. Murió en un accidente aéreo hace 5 años. Un avión de la Delta, vuelo n. 2015. Número que coincidía con la fecha del aniversario de nuestro matrimonio. Tenía que  llegar desde Nueva York el 2 de septiembre 2015 para celebrar juntos nuestras bodas de papel, primer año de matrimonio.

Rodolfo era el amor de mi vida.

Desde entonces vivo cotidianamente con un ansia que se refleja en una actitud de espera y prisa al mismo tiempo como si no tuviera tiempo.

No respiro casi, como si viviera en apnea.

Era un día como otro. Cinco horas de trabajo sin interrupción.

De allí corrí a tomar el tranvía, Tenía que hacer un montón de cosas antes de la noche. El tranvía me hizo esperar 20 minutos aumentando mi ansia.

De carrera fui a la tintorería, a la  peluquería, a hacerme la manicura….Todos preparativos para la noche.

Tenía una cita. Una primera cita.

Por lo general la primera vez se trata de ser perfectas!

Una cita con un hombre.

Mis amigas habían organizado todo.

Después de muchas decepciones, esta vez, me convenció aquella voz al teléfono. Su presentación escrita me había intrigado.

Llegué a la cita en metro.

Con miedo de llegar tarde los últimos metros los hice corriendo y diciéndome  a mí misma que tenía que cambiar algo en mi vida.

Desde lejos vi una figura masculina sentada en un banco de un parquecito leyendo un libro enfrente del bar donde nos habíamos dado cita.

Empecé a frenar. Me preguntaba si nos habríamos reconocido. Nos habíamos visto solo en foto.

Cuando llegué cerca del banco, él levantó sus ojos sonrientes y dijo ¡Hola! Reconocí la voz y yo también sonreí.

Me había calmado, la prisa me había abandonado, finalmente comenzaba a respirar después de un día de apnea.

Sentada en el bar uno frente al otro, sentí profundamente que era el inicio de una nueva vida

Myrna Gil Quintero

Nueva

Nueva edad de la piedra tras la

Nueva catástrofe amazónica. 

Nueva York y Pekín callan, asfixiados por los miasmas que rezuman sus cloacas. Mientras tanto, Siria, Yemen, Palestina, Latinoamérica y África agonizan en guerras viejas disfrazadas de nuevas. 

Por suerte, estamos nuevamente reunidos para leernos, reencontrarnos y hablar en nuestra bella tertulia.

Maria Victoria Santoyo Abril

Nueva

Decido viajar en solitario sin maletas <<llevo en mí todo lo que necesito>>, y sin billete de vuelta<<sé que no voy a volver>>, hasta flotar en un infinito muy lejano. Me llamo NUEVA como NUEVA es esta misión cuyo viaje todavía no ha acabado ni, de momento, tiene pinta de hacerlo. Queda un largo camino por recorrer. A través de nebulosas, cola de cometas, y estrellas en espera de ser bautizadas con nombres poco creativos, siento un telescopio espacial que me apunta: acaban de descubrir mi presencia.

Desde mi paradero extrasolar he visto la progresiva destrucción de la Tierra y la inquietud que ahora sacude al ser humano. Así que tengo que darme prisa para llegar pronto en ayuda de mi lejana gemela, chocaré con la Tierra y fusionándome con ella aportaré mis recursos. Me llamo NUEVA y por ser tal causaré un poco de tensión pero despertando también emociones y curiosidades. ¿Tendrá el ser humano la capacidad de empezar como si fuera un recién nacido aprovechando la experiencia adquirida y mi sacrificio?

Raffaella Bolletti

Nueva lección

 

Corrían las horas en el improvisado invierno, mientras una mácula en el infinito daba señales de delirio, prorrateaba el desconsuelo en los desconocidos y las hojas de los árboles se marchitaban sin realmente saber el motivo. 

El estrepitoso viento desanimaba las cuerdas vocales de cada individuo, porque el brutal clima antagónico no era concerniente al tiempo más bien parecía lacónico, insidioso y fatal.

Solemnemente me aprehendía a la opulencia de mi alegría y comenzaba a deambular sin pensar en las secuelas que esto podría causar porque no soy escéptico a las desgracias, así que la aflicción en mí no tenía lugar; más bien, soy obstinado con mi escrúpulo cerebral y soy falaz con lo que me hace mal, más bien me puse a deliberar con mi mansedumbre, obviamente sin alevosía porque a veces el soliloquio en mí es un ritual. 

Al final de la tormenta con una total ataraxia llegue a una razonable conclusión… extenuado digerí el soporífero y me fui a descansar. 

Dentro de este pequeño párrafo hay palabras que para ustedes tal vez sean muy comunes, pero para mí no, porque las ansias de alimentar el léxico de mi humilde cognición me invitan a buscar en el diccionario y cada día aprender una nueva lección.

Luis Alberto Prado