Retorno a casa

Olmo Guillermo LLévano

Una niña pordiosera pide limosna en una calle sucia. Otro niño menos niño, la observa, se devuelve a  casa y regresa con una moneda. Se la entrega. 

Un viejo que dormía,  escapa del asilo para ir al entierro de su hermano más viejo. Saca sus ahorros escondidos. Un taxi lo lleva al aeropuerto. 

Ya en el avión “Caravelle”, se deja mimar por la linda azafata que lo conduce a su silla con ventanilla. La tercera,  un hombre la ocupa y en el medio una atractiva mujer, que de inmediato decide dormir cubriendo su cuerpo con dos cobijas del avión y se coloca un tapa-ojos. El hombre hace lo mismo.

Cuando su mirada acariciaba el cabello de su compañera de silla, asombrado descubre que la mano del hombre debajo de la cobija llega a territorio de ella, quien no protesta y  resuelve seguir haciéndose la dormida… 

Sorprendido, se mimetiza cubriéndose y como ellos,  finge que duerme. Por entre sus semicerradas pestañas se esconde un ”voyerista” y observa el lento recorrido de unos dedos de yemas tan sensibles que conquistan cada poro de piel engranujada, camino a su sexo… llegan se deslizan y se adentran debajo de su deliciosa ropa íntima, hacia el encuentro húmedo de su vulva.

 El viejo tan cerca, oye el corazón de ella que retumba como salvaje potranca, ve su boca entreabierta que asoma la punta de su lengua, arquea arriba su pelvis, llega al clímax… exhala un profundo gemido y atrapa la mano que ha llegado a su destino, para que no escape. Con la otra, adivina y alcanza el gigantesco falo debajo de las otras cobijas.

Luego,  impera un profundo silencio. Todos duermen. El viejo  sueña contando  sus viejas monedas y comprueba una vez más que están completas con excepción de una vieja ya extraviada hace casi un siglo.

Olmo Guillermo Liévano

El amor más grande

A mí siempre me ha parecido que tenemos los mismos gustos y muy parecidos disgustos. En su cara muestra un rictus de seriedad cuando uno de los niños del edificio entra votando con una pelota. A mí tampoco me gustan los ruidos o las personas que no reconocen lo apropiado o no de sus actos. Es agradable sentir un “buenos días” o la cordialidad de un vecino que abre la puerta para que los demás podamos salir o entrar, sentir la sonrisa satisfecha de un joven que mantiene abierto el ascensor. Detalles que se están perdiendo, de la misma manera que la palabra cortesía está pasando de moda.  También nos molestan los gestos un tanto bruscos, algunas veces insolentes de los jóvenes, quizás la educación no es la misma que aquella severa formación que entonces recibíamos, pienso. Él lo comento alguna vez.

Nuestras miradas se encuentran de forma fortuita. Ocasionalmente, cuando hay mucha gente en el ascensor del edificio donde vivimos, se roza nuestra piel, sin intención y me encuentro con su mirada de disculpa, con unos ojos casi llorosos. 

Después de veinte años. Aunque muchas cosas han cambiado en nuestras vidas: mis hijos han crecido, se han independizado, su madre, con la que vivía, ha fallecido y mi esposo ha muerto. 

Ahora me parece que su mirada es más firme y cuando nos encontramos solos en la escalera, en la puerta, en el ascensor su saludo es más lento y el mío también. Es un amor que no se toca.

Blanca Quesada

Yendo hacia la democracia

SALVADOR DALI (1904 – 1989) Democracia y economía

—¿Papá, papá dónde estamos yendo?

—Estamos yendo hacia la democracia. Pero cuidado que el camino hacia la democracia está lleno de travesuras. Mira que primero debemos cruzar el mar de las iniquidades sin arenarnos en el desierto del conformismo, luego tenemos que trepar las  montañas del prejuicio y no perdernos en los laberintos del populismo. Ya superadas esas se puede vislumbrar, en los días más claros, la cara de la nueva sociedad. Lo más difícil es superar las ciénagas de la ignorancia. Sobre todo pon atención al barranco del pensamiento facha, que es donde frecuentemente caen todas las democracias.

—Vale papá he comprendido.  Me parece un camino muy duro, pero todavía merece la pena intentarlo. 

Estoy listo. 

¿Partimos?

Graziella Boffini

“Le chemin creux”

Esa mañana decidí ir a dar una vuelta por el campo de batalla. Vivía a pocos kilómetros de él. Tomé mi bicicleta y por pequeños caminos, incluso algunos apenas esbozados a través de los campos, me encontré en poco tiempo cerca de la granja de la Belle Alliance contemplando la “morne plaine“ (lúgubre planicie) como la llama Victor Hugo.

El tiempo era perfecto, había llovido durante la noche, pero esta mañana el cielo era límpido y el sol atravesaba despiadadamente la ligera niebla que flotaba sobre las grandes extensiones de tierras apenas sembradas, entrelazadas de terrenos donde dominaba el verde. Era como un gran tablero de ajedrez ondulado, poblado aquí y allá por las granjas históricas de la batalla, y tachado por algunos setos o por una línea de árboles que denotaba la presencia de un camino. 

Un “chemin creux” (camino encajonado), yo conocía uno que me llevaría al otro lado del campo para disfrutar de otro punto de vista. Una maravilla, un verdadero túnel verde sombreado y perfumado que parecía aislarte definitivamente del resto del mundo. Me alisté en bicicleta a mano, con cuidado, el suelo todavía era esponjoso.

De repente un ruido terrible e inesperado desgarró la serenidad de mis pensamientos. Un jinete equipado como un acorazado francés, acababa de atravesar la muralla verde que bordeaba el camino y no sin esfuerzo había alcanzado el otro lado, pero inmediatamente otro siguió y se estrelló en esa zanja inesperada. Pronto todo el encierro del camino hueco se llenó de caballos y jinetes inextricablemente amontonados. Se oían las ráfagas de disparos de metrallas que acababan con este regimiento en derrota.

Parecía que la terrible y fraterna batalla se hubiera reanudado en Waterloo, Europa.

Jean Claude Fonder

El camino

Es un día difícil para la tortuga pequeña que rompe su cascarón del huevo y sale corriendo hacia el mar, empezando así su camino, a solas, por sus propios medios sin la ayuda de nadie. Es un día difícil para mí también, que por haber perdido hace tiempo mi camino anterior, al bifurcarse el mismo repentinamente, decido hoy apagar las luces, abrir la puerta, salir y andar un camino sin rumbo. Abandonaré los grandes senderos y seguiré el entramado de los estrechos, los más arriesgados, los que esconden dificultades, los que me obligarán a poner atención a los detalles, rebuscando sentimientos aparentemente perdidos. Llegaré tal vez a un destino final, donde encontraré otros caminos entrelazándose con el mío. ¿Seré capaz entonces de regresar a la misma playa como las tortugas marinas? ¿Seré capaz de recorrer el camino al revés, invirtiendo la cronología, rebobinando el pasado tropezando con los escombros de proyectos no realizados, de fracasos, de errores y de éxitos, sacando provecho de ellos? O tal vez, quizás, transitando de un sendero a otro, dejaré ir a la sombra que me acompaña, para perderme….perderme….perderme en este laberinto de nuevas emociones hacia un olvido del que no hay vuelta atrás, obligada a seguir adelante, actualizar el mapa de mi vida, abrir la mente a lo imprevisto, aprender a mantener la llama de la felicidad encendida gozando de las pequeñas cosas. Para percatarme, por fin, de que todo sigue igual.

Raffaella Bolletti

Fisterra

Galicia es el lugar ideal para los que quieran escaparse hasta el fin del mundo, llegar hasta donde está permitido al ser humano, hasta que no haya nada más que el Océano. O a lo mejor, dejar atrás todas sus pequeñeces, sus mezquindades, sus nudos irresueltos que no les permiten vivir…

Son innumerables los encantadores promontorios rocosos que se asoman al mar, iluminados por la primavera que nos regala días cada vez más largos para disfrutar de la belleza azul rosada de sus tardes.  

Pero es en Fisterra, Cabo Finisterre, donde se acaba la tierra, donde termina el Camino: es aquí  donde los peregrinos queman la ropa que han llevado durante toda la ruta y abandonan sus zapatos gastados. Es la meta final, desde los siglos de los siglos, del viaje hacia el ocaso, hacia el misterio de lo desconocido, de lo prohibido a los seres mortales.

Esta tarde los turistas somos muchos, y se oye hablar lenguas diferentes. Los peregrinos son pocos, a lo mejor porque los peregrinos viajan por la mañana.

Hay coches, autobuses, gente que se saca fotos, como en todos los lugares demasiado conocidos, que terminan perdiendo su encanto. 

Es verdad: los peregrinos llegan por la mañana. Y yo, aunque es por la tarde, escondo la concha del Camino de Santiago que siempre llevo atada a mi mochila desde años, dondequiera vaya. Porque llevarla aquí me parecería una mentira.

Me siento en una roca y escribo.

Silvia Zanetto

El camino

Lunes

…levantarse temprano, hay que partir. Jamás me he acostumbrado a ello,  la repetición de los mismos gestos. Ahora, como ayer, como hace una semana.

Pero hay que ganar tiempo,  el camino es largo y el ultimo rasgo murió al pié de un árbol dejándome solo con mis pasos inseguros como quien ha pretendido burlar con el vino la fatiga del cuerpo sobre otro cuerpo. Faltan pocos minutos al alba y el camino es largo.

Martes

…al cabo de meses que no se cuentan me enfermo de languidez. Necesito humo de tabaco o recordar los tiempos en que entraba en las ciudades y a mi paso se abrían las ventanas verdes florecidas en las cuales asomabanse mujeres que parecían decir «Mírame como lloro».

Un caracol aquí o allá me devuelve la memoria, hay que caminar, el camino es largo.

Miércoles

Nubes grises.

Jueves

Me Aburro. Me aburro. Me aburro. 

Todo lo que me rodea alimenta mi aburrimiento y la estación de las lluvias está por llegar. Y comenzó a llover. Con tanta monotonía como aplicación desde hace horas, o antes aun. El camino es largo.

Viernes

Nubes.

Sábado 

Un perro.

Domingo

He llegado! Veo finalmente el gran cartel: Bienvenidos a la Ciudad de Ningunlugar 

hermanada con Cualquiersitio en Noruega.

Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero con infinita paciencia, como toda la vida.

Ariel Soulé…………

Caminito

Los sueños del amanecer son los que se recuerdan más fácilmente.

Angela se despertó. Echó un vistazo al reloj luminoso. Eran las siete. Una luz lechosa filtraba través de las cortinas. Cerró los ojos intentando retomar el sueño que se había desvanecido poco antes.

Revisó la nena que iba paseando por el caminito detrás de su vieja casa en el pueblo. Una figurita delgada de pelo negro y corto con una gran cinta blanca en mitad de la cabeza.

De pronto Angela se acordó de aquella horrible cinta blanca que su madre, intentando volverla preciosa, le ponía y que ella odiaba.

A lo largo de las orillas del caminito las flores yacían detrás de una sutil capa de nieve.

La niña se volvió y con voz sumisa, como cuando se cuenta un secreto dijo:

—!No les creas, no están muertos, fingen, ellos saben que es primavera!

Angela se levantó. Se acercó a la ventana. Una lluvia fina mojaba la calle desierta.

— ¿Primavera? —pensó Angela —!Ojalá que las flores tuvieran razón!

Iris Menegoz

Caminantes

IHonoré Daumier, Don Quixote et Sancho Panza , 1866-1868

Quien se queda siempre en el mismo lugar es como el agua del estanque que en poco tiempo se pudre; en cambio, quien viaja en camino por el mundo es como el agua del río que se renueva a cada momento.

… Dos hombres salieron y se pusieron en camino en busca de hazañas con solo un caballo y un burro como compañeros.

… Otro buscó su camino navegando hasta el más allá, después de los límites que hay quien Hércules nombró, allí puestos para que el hombre “no vaya más allá”; y ese hombre eligió viajar, caminar y conocer, aceptando dejar para siempre su Ítaca amada.

… Tres carabelas y un mundo nuevo para descubrir, caminando hacia un horizonte sin fin y desconocido.

… Camino al Polo, una tienda roja perdida en aquella blanca inmensidad, golpeada por el hielo y la tormenta.

Caminando te alejas de la muerte o, a veces, te acercas a ella como hacia una Samarcanda que nos espera.

Grandes viajes y viajes famosos y otros pequeños de los que pocos se enteran porque son los pequeños caminos que todos nosotros hemos hecho y haremos.

La vida es un viaje y por eso… viajar significa vivir dos veces.

Massimiliano Gaspari

El camino

 

Ja ja ja, ¿Como que todos los caminos son iguales?;

Será porque tal vez no conocen el mío, 

yo pienso que cada uno tiene su misterio y su delirio. 

Mi padre decía que no hay camino sin caminante, él una vez me llevo a la montaña, cuando era muy niño y me dijo:

Hoy caminaras conmigo, porque mañana yo solo seré un espíritu. 

Yo no lo entendía. 

Él continuaba hablando, hoy caminaremos una hora hacia el acantilado y regresaremos caminando, debemos apurarnos porque más tarde caerá la nieve.

Particularmente a mí me encantaba la nieve, en el trayecto le hice como 100 preguntas y amablemente respondía a todas; bueno caminamos como él había programado y antes de retornar me dice: ahora tú debes volver por donde dejaste tus huellas. Obviamente yo era un niño y mis huellas se habían ya borrado pero las de él aún seguían ahí, pero yo tenía la mente fresca y recordaba con facilidad por donde había venido. 

Una vez que retornemos al punto de partida me mira y sonríe, bravo hijo hoy hemos cruzado peñascos, fangos y un riachuelo, y tú no olvidaste tu camino, aunque algunos pasos te saltaste, veo que ya empezaste a construir tu sendero. Por favor que esa frescura mental nunca se escape de ti, camina con cautela en la vida y si en algún momento debes retroceder, ya sea para recomenzar o agradecer, recuerda bien por dónde debes caminar y por dónde no deber andar.

Luis Alberto Prado