Parece que las flores están llorando

No sé qué tienen las flores, llorona,
las flores del camposanto

que cuando el viento las mueve, llorona,
parece que están llorando

(Chavela Vargas, la llorona)

Así que por fin hoy llueve. Un viento gris empapado empuja las ventanas, moja la calle y la terraza, regando mis prímulas y mis violetas. Mis flores parece que están llorando…  Hacía mucho que no llovía, hace mucho que yo no lloro: desde que ella se fue para siempre. Me di cuenta de mi incapacidad de desbloquearme justo el día del entierro: veía lágrimas en los ojos de mis hijos, de sus hermanos, de nuestros amigos… pero yo no lloraba. Puede que estuviera frío en apariencia, pero estaba destrozado en mi alma.

La lluvia, hoy, es el cielo que está llorando, y me hace esperar: dicen que el agua lo limpia todo, que nos purifica de la suciedad del sufrimiento y nos blanquea como almas inocentes. 

Me recuerda cuando, hace una vida, salimos a pasear juntos por primera vez ella y yo: empezó a llover, pero ella no quiso que yo abriera el paraguas. Empezamos a correr tomados de la mano, como bailando en el agua que había remojado la calle, escuchando la música de la lluvia que nos mojó el pelo y la ropa y que a ella le disolvió el maquillaje…  Estaba estupenda, más guapa que nunca, innovada por el agua que le da vida al mundo. En cambio, yo parecía desconcertado, con mi paraguas cerrado en la mano, mojado hasta la ropa íntima, temeroso de coger un resfriado y preocupado por lo que me podrían decir mis padres volviendo a casa así. Pero, enamorado para siempre.

El agua siempre fue suya, nunca mía.  

El lugar de las lágrimas es la lluvia, no soy yo.

Pero hoy creo que la lluvia me va a liberar. Salgo de casa sin paraguas, sin gorro, voy a pasear por parques y prados llenos de flores que parece que están llorando, mi cuerpo va a absorber el agua hasta mojar el alma… y por fin voy a llorar.

Silvia Zanetto