AGUA 

Dali 1935, Para mujer con cabeza de rosa

¡Mira mi amor, mira! ¡Está lloviendo! – dije empujando su silla de ruedas hacia la ventana.

¡Por fin llueve, agua bendita después de tantos meses de sequía! Los árboles estiran sus ramas después de este largo sueño.

¿Te acuerdas mi amor, como nos gustaba escuchar la lluvia por la noche cuando estábamos en la cama?

¿Te acuerdas mi amor cuando yo, simulando miedo a los relámpagos y truenos, me apretaba contra ti y tú me abrazabas y acunándome me besabas como si fuera una niña asustada?

¿Te acuerdas mi amor, que siempre acabábamos haciendo el amor?

Miro tu cara pálida, tu sonrisa de niño cuando duerme y sueña, tus ojos que eran azules como el cielo del día de Pascua de mi niñez y que ahora me miran desde lejos, sin brillo envueltos en una tiniebla gris.

Tu mano seca y temblorosa me acaricia los ojos.

¡Agua! – dices mirándote los dedos mojados.

¡Si mi amor, ahora te traigo un vaso de zumo de naranja!

Me voy hacia la cocina. El nudo en la garganta por fin se disuelve en un llanto apacible y liberador.

Iris Menegoz