
Me enderecé lentamente, abrí los hombros y después los sentidos, casi oí su corazón, juntos. Yo a su grupa y él dentro de mi alma, los dos galopamos, nada pesaba, ligeros atravesábamos los enormes espacios que separan los átomos, entre la arboleda, las piedras, los ríos. Éramos uno, como el universo, superando etapas. Descubriendo cada dimensión. Terminando ciclos
La realidad era un lienzo.
La óptica del ahora me salvó de la locura.
Por fin las plantas siguen creciendo.
Blanca Quesada

