
Fragmentos al revés
Isabel:
Viernes. 23 horas y 5 minutos. Subo las escaleras, llego a una puerta cerrada y me detengo. ¿Qué hago aquí? De pronto el corazón se me acelera. Soy consciente de que nuestra historia terminó hace unos años. Pero me doy cuenta de que he venido porque en este momento necesito que me hables de nuestro pasado, de tus pecados y de los míos, necesito que tus manos reconozcan mi piel, mi olor. Me pregunto si te acuerdas de los dos pequeños lunares en mi nalga izquierda que te encantaban. Quiero verte. Los recuerdos me aplastan. Quiero hablarte. Mis ojos, todavía brillantes, están rodeados de pequeñas arrugas; me he cortado el pelo que ya no es negro, sino teñido para esconder las canas. Toco el timbre, te llamo y no me contestas. La puerta sigue cerrada.
Jueves. Me estás asfixiando. El fuego de la pasión se va apagando. No nos volvimos a ver. Cada uno por su camino.
Miércoles por la madrugada. Bajo las escaleras. He salido de tu casa. El pelo largo y suelto parece hablar de libertad. He olvidado las llaves del coche bajo tu cama, tengo que volver. Abres la puerta y corremos a tu cuarto, amándonos otra vez. Las llaves permanecen bajo la cama.
Martes. Un amigo en común nos presenta. Empezamos a salir juntos. Hasta que una noche te despides de mí con un beso en la boca. Nuestra historia acaba de empezar.
Un día cualquiera. Ni siquiera sé quién eres, pero siempre que te encuentro me late el corazón muy rápido. Cada vez que no doy contigo estoy perdida.
Álvaro:
Viernes. 23 horas y 5 minutos. Alguien ha tocado el timbre. Eres tú, de eso no me cabe la menor duda. Siempre tocabas el timbre de esta manera. Te escucho decir mi nombre. No quiero que te enteres de que estoy en casa. Me enamoré de ti de una manera tan loca que perdí la razón. Pero ahora no quiero caer en tus manos otra vez. No quiero volver a sentirme para siempre un prisionero tuyo. Tú, que fuiste una mantis religiosa, una criatura fascinante y peligrosa de ojos verdes.
Jueves. Me alejo de ti, sin hablarte, sin explicarme. Soy emocionalmente dependiente. ¡Demasiado! Aún sigo soñando contigo, atrapado a tu cuerpo, pero dentro de una pesadilla. Quiero olvidarte.
Miércoles por la noche. Te vas, bajando de prisa las escaleras y de pronto vuelves para recuperar tus llaves. Terminamos otra vez en mi cama. Te quiero.
Martes. Gracias a un amigo, por fin te conozco. Quiero besarte y me atrevo a hacerlo. Siento el fuego en tus labios.
Un día cualquiera. Como todas las mañanas doy contigo y cada vez me imagino empezando una historia de amor
Raffaella Bolletti
