Música

Yo tenía una hermana que era dieciséis años mayor que yo, ella era mi ídolo, era muy hermosa, y desde pequeña intentaba imitarla, me ponía su ropa, sus zapatos de tacones y jugaba con una amiga mía a ser damas.

Aunque a veces me regañaba porque le estropeada todo, me quería muchísimo y siempre me llevaba con ella cuando salía con sus amigos, tanto es así que me habían convertido en una especie de mascota del grupo y me llenaban de dulces y chocolate.

Además de ser hermosa, había aprendido a tocar la guitarra con un tío músico y cantaba con una voz muy agradable y afinada, a menudo entretenía con su música la familia y los amigos organizando veladas en nuestra casa, durante las cuales bailábamos teniendo mucho de diversión de una manera sencilla como  se usaba en aquellos tiempos.

Lamentablemente cuando yo tenía 11 años, ella se casó y se fue a vivir a un pequeño pueblo de montaña, como ella sufría mucho por la distancia de su familia yo pasaba todo el verano a su casa, dando largos paseos juntos y cantando todo el tiempo, a pesar de que yo era bastante desafinada.

Pasaron varios años, cuando yo ya tenía hijos y los suyos eran grandes, cada verano íbamos de vacaciones una semana ella y yo solas, durante el viaje en auto recuerdo que escuchábamos la música a máximo volumen, logrando charlar de todo.

El único problema con la diferencia de edad fue que en un cierto momento ella empezó a envejecer rápidamente, se olvidaba de las cosas, y ya no podía manejarse sola, traté de pasar el mayor tiempo posible con ella, pero ya no era la hermana que recordaba llena de vida y alegre, todos sufríamos al verla reducida a eso, lo que echábamos de menos era el sonido de su guitarra y su hermosa voz que nos animaba.

Pronto su vida terminó dejando un vacío que nadie podía colmar, por mucho tiempo ya no quise escuchar música  sin ella.

Aunque han pasado muchos años, si alguien pone música en el auto, me siento mal y lloro sin poder controlarme, non estaba preparada a perderla, me parecía que ella podría ser parte de mi vida para siempre.

Leda Negri