Guerra y Paz

Miró por la ventana del autobús que los llevaba al aeropuerto, estaba nevando muy fuerte, abrazó su esposo sentado a su lado, pensó cuánto amaba su país tal como era: blanco y helado en invierno y con los campos amarillos por el sol en verano cuando maduraba el trigo. 

Estaban huyendo de la guerra, habían comenzado los bombardeos, trató de sentir el calor de su hogar, el olor de la madera ardiendo en la chimenea, las voces alegres de su familia durante las fiestas en las que todos se reunían.

Tal vez nunca recuperaría lo que amaba. Se arrepintió de haber considerado, por momentos, su vida aburrida, con la misma rutina cada día, no imaginaba la nostalgia que sentiría por esa vida que ahora estaba empacada en dos maletas.

Se preguntó si sus hijos podrían reunirse con ellos en el país de acogida, y cuántos habrían muerto en combate, así era LA GUERRA: muertos y destrucciones inútiles, solo porque alguien, para saciar su sed de poder, no quería la PAZ

Leda Negri