
En estás habitaciones siempre hay gente. Alguien contado su historia, verdadera o no, la historia que transcurre por sus venas, la historia de sus días.
Algunas veces he visto que escuchan con atención, otras con hastío, otras solo se puede llorar, alguna que otra vez es posible reírse.
Si te vas al campo un día de esos en que el verano te premia con un ligero viento fresco, tienes la sensación de respirar de verdad, el aire te recorre con su suave nube y tú sabes que estás vivo y ya el tiempo tiene otra medida. El ritmo adecuado para que crezcan las flores, la higuera, la uva, el momento para recoger una cosecha completa. Hay que esperar. Todos esperamos la recompensa final.
En estas habitaciones vemos como sucede el tiempo.
Alguien prescribe si la cosecha será buena o no , si hay que esperar o ayudar de alguna manera.
Los tenues rayos de luz se cuelan a través de la ventana e invaden toda la estancia. Comienza el bostezo y la caricia al despertar. Hoy es ese el fruto de la cosecha.
Blanca Quesada
