
—Señoras y señores hoy les voy a contar la historia de María (obviamente María no es su verdadero nombre, pero imagino que ella prefiera permanecer anónima)
De todas maneras Felipa (ah no, disculpen hemos elegido como seudónimo Martina, no ehm María)
De todas maneras, ella era una chica rubia, no, me parece que era pelirroja, muy linda o quizás un tipo normal, ahora no me acuerdo bien, que vivía en la casa en frente a la de mi tío Mario, ¡no! estaba en la casa amarilla en la plaza detrás a la de mi abuela Alfonsina que se murió hace dos años… no la que se murió era la abuela Clodovea, que no es mi verdadera abuela; la llamamos así por ser tan vieja, siempre ha sido vieja, se trata de la segunda o tercera mujer de Adolfo, pero no el tío Astolfo que se quedó viudo, o que probablemente fue el primer o el segundo divorciado de nuestro pequeño pueblo.
Me acuerdo de él, el tío Augusto, ¡qué simpático que era! En el pueblo corría la voz de que había matado a su primera mujer por cuestiones de cuernos, no, preciso, la voz que corría en el pueblo era que él había faenado a su vecino de casa por cuestiones de confines. O de cuernos o de dinero. U algo más. De todas maneras, nunca encontraron todos los trozos del cuerpo.
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Graziella Boffini
