
Aquí estoy, sentada con estos dos viejos contratando el precio.
¿El precio de que?
De mi
De mi cuerpo.
De mi cariño.
De mi intimidad.
De mi misma.
Todo en este mundo tiene un precio, y no juzguen por favor, que también ustedes pueden caer en desgracia. Y no se lo deseo, pero tengan en cuenta que les puede pasar a ustedes, queridos bien pensantes, tan seguros de sí mismos solo porque nunca han tenido problemas graves.
Estos dos viejos me van a pagar y me van a pagar con oro luciente, luciente como sus calvas.
Graziella Boffini
