
Siempre he deseado vivir como dentro de una película. Evidentemente mis deseos fueron escuchados, pero no entendidos puntualmente.
Yo me imaginaba esos bulevares con altas palmeras a los lados que dejan la luz jugar con las sombras, idealmente construidas para recorrerlas sobre un cabriolet blanco, quizás un Jaguar, con asientos de verdadera piel clara, del goloso color caramelo del manís, el mismo color del azúcar tostado. Y yo conduciendo, el cuello adornado con un pañuelo de seda colorida de Hermes, la cara medio escondida tras unas enormes gafas de sol, estilo diva, Gucci por supuesto.
No pensaba que, al contrario, terminaríamos en una peli con guión de ciencia ficción, pero no una estereotipada con astronautas, base lunar, ovnis y extraterrestres verdes con piel de lagartija, además de la obligatoria babita gelatinosa a lado de las bocas con dientes que ni los tiburones primitivos, sino una del género futuro distópico.
Ahora sí que lo nuestro es de película, estamos en una oximórica ucronía de tiempo presente, con cotidianos decretos de leyes contradictorios, finalmente dándonos cuenta de que la sanidad pública había sido derrotada.
Estamos enfrentándonos a un enemigo invisible, un parte de guerra que empezó con una simple gripe que no era tan simple, causada por comer murciélagos, perros, gatos tarántulas sin tan siquiera cocinarlos, los poderes fuertes, el 5G, el 8K, los Mayas que se equivocaron por ocho años, el investigador incapaz que lo dejó escapar del laboratorio por una distracción.
Ahora estamos esperando la inmunidad del rebaño, ni que fuéramos ovejas, ya acostumbrados contar muertos cada día a la hora del aperitivo, con el miedo de que pueda mutar, siguiendo a los que tiran piedras a los que hacen footing y acabando con guardia di finanza, helicóptero y drones persiguiendo a un despistado paseando solo con su perro en la playa. Sin olvidar los que se murieron de verdad, inclusive escritores, famosos, médicos, enfermeros, desconocidos, ancianos, jóvenes, y otros que no están en la lista.
Graziella Boffini
