Prensa

Conducía deprisa para llegar a tiempo a la rueda de prensa. Estaba muy nervioso, conocía bien ese tipo de situación. Sabía por experiencia que los corresponsales de prensa en víspera de noticias siempre estaban al borde de un ataque de nervios y hacían preguntas sin sentido. Todo eso podía pasar también hoy. Ya imaginaba a sí mismo ajustándose las gafas empezando a leer las palabras escritas en las finas hojas de papel…. De pronto, fue como si la luz del sol se apagara. Miró entonces a través del retrovisor y tal fue su sorpresa al enterarse de que una cantidad enorme de lo que parecía ser nubes, iba acercándose y por fin adelantaba a su coche a toda velocidad. Esas nubes estaban llenas de palabras, mezcladas entre ellas, puestas al azar, emitiendo un ruido ensordecedor. Detrás, flotando a una velocidad más reducida, seguían unas cuantas bolas llenas de papeles impresos, de diferentes periódicos; el ruido no era molesto, sino más bien agradable. Otras ya llegaban, jugando a pillarse. ¡Aquí está! La prensa en el ciberespacio. Llegó por fin a la sala donde se tendría la rueda de prensa. El silencio era aplastante. Ya no era necesaria su intervención. Los corresponsales ya se habían enterado de todo. Ni siquiera empezó la lectura del comunicado y se fue. Los pocos que se habían personado allí, parecían murciélagos adormilados. Murciélagos desprestigiados que ya no necesitaban desplegar sus alas para difundir el virus. Ahora la difusión viral de las noticias le correspondía a la prensa escrita, a su hermana la prensa digital, con su nuevo lenguaje, su inmediatez, su interactividad, y su incontrolabilidad.

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Raffaella Bolletti