
Estoy celebrando mi 80 cumpleaños, nunca pensé que llegaría hasta aquí. A orillas de un mar fantástico, respiro el olor a sal que tanto me gusta, con toda mi familia: marido, hijos, nietos y mi mejor amiga que me cogió de la mano el primer día de escuela mientras lloraba. También nos acompañan los dos perros que adoro por todo el amor que solo ellos saben dar.
¿Realmente estoy bien? He recibido regalos, flores, buenos deseos; me siento feliz, pero de repente siento una punzada, un escalofrío, ¿es miedo? Pienso que me quedan pocos años, me gustaría hacer muchas cosas, la vita me gusta.
Miro a mi esposo y trato de recordar cómo fue cuando nos casamos hace 56 anos y lo enamorados que estábamos.
También miro a mi amiga, era muy hermosa y sobre todo transgresora, ¡cómo nos divertíamos juntas! Ahora es vegetariana, ecologista, metódica, en fin, perfecta, pero ya no es ella.
Lo más triste es que a mis hijos les están empezando a salir mechones blancos, me pare e imposible que envejezcan también.
Todo a mi alrededor ha cambiado, pero dentro de mí siempre siento lo mismo.
Finjo ser feliz para no defraudar a los que amo, pero la sensación de miedo no desaparece, la siento por todo mi cuerpo.
La fiesta se acaba, ha sido como quería, gracias a mi familia. Me pregunto: «¿qué me deparará el futuro? Vamos, tal vez todavía puede pasarme algo bueno.
Mi esposo me toma de la mano y siempre siento el mismo calor, mi nieta de 6 años me abraza y pienso que si llego hasta los 90 la veré crecer también.
Leda Negri
