El día D

La calle está rigurosamente desierta, un perro triste deambula, casi no tiene carne en los huesos, la sombra de las casas que parecen vacías se alarga como en la escena final de un western cuando el héroe se aleja hacia el sol poniente. Y, sin embargo, mañana tendría que ser el día D. 

Nadie lo creía. La presidenta de la UP lo anunció y lo postergó tantas veces, este día particular en el que finalmente podremos salir, festejar, bailar en las calles, besarnos, … Ser libre de nuevo.

Cuando esto comenzó en China, nos pareció tan lejano, que bastaba con bloquear los vuelos, no frecuentar a los chinos e incluso a los asiáticos en general. Pero luego, muchos quisieron ser los más listos, los astutos, como dicen los italianos, y la enfermedad se propagó como la peste. El miedo ha tomado el poder y nos ha hecho entender finalmente que sólo la obediencia rigurosa a las medidas que preconizan los científicos, y sobre todo los que tienen experiencia, puede salvarnos. Tenemos que ser solidarios, aceptar la experiencia de los demás, volver a pensar nuestro modo de vida, de coexistir en este maravilloso planeta, nuestro bien más preciado.

Y todo empezó a cambiar, la contaminación en las aglomeraciones se ha desvanecido, los peces vuelven a frecuentar los canales en Venecia, los pájaros cantan en las ramas en flor, reina el silencio y permite a algún tenor improvisado entonar un “Oh, sole mio” triunfal.

La gente ha aprendido a sobrevivir, a reutilizar, a no desperdiciar. Globalización ya no significa comerciar sino comunicarse socializar y ayudarse mutuamente. Incluso los políticos populistas entienden que ya no interesan a nadie, los nacionalistas deben almacenar sus banderas y pensar planetariamente.

La Unión Planetaria ha nacido. Por ahora su único objetivo es salvar la humanidad. Mañana es el día D.

Jean Claude Fonder