La mujer de Casimiro

“Lo Prohibido” es el tema de la quinta bienal en el museo de  arte contemporáneo.

Como plagas de gente distinta, centenares de artistas plásticos inundan las calles y los rincones de la ciudad. 

Todos esperaban la llegada del gran Casimiro, compañero en la Escuela de Bellas Artes que se había ido en la Flota Mercante para Europa hacia 25 años…

Petronio, uno de los artistas y su mejor amigo, se encontraba en su taller, en las ruinas del primer hospital fundado hace siglos, concentrado con un maniquí de mujer que había vestido de monja para crear su obra de arte conceptual. Toda la noche duró Petronio en un juego solitario, lento-erótico con la monja,  cuya figura de madera articulada, le obedecía todas las poses inimaginables en una monja. Ya al amanecer del otro día, algo lo alteró, como si no estuviese totalmente a solas con la monja. Voltio a mirar una sombra a sus espaldas y ahí estaba…

—“Casimiro!!!” —gritó sorprendido y loco de contento. Un gran abrazo ahogó el prolongado tiempo. 

—“No lo había sentido… ¿Cuándo llegó?” —Arrobado de la emoción le preguntó.

—“Llegué de la Estación directo. Aquí traigo mi maleta de viaje. Hace cuatro horas los observo sin hacer ningún ruido…para no interrumpirlos, fascinado observando todo lo que usted hace que ella haga… lo erótico y prohibido para una monja…”.

—“No lo sentí llegar, me ha asustado….Siga, descanse. ¿Qué le provoca? ¿Cómo le fue del largo viaje? ¿Y Domitila su esposa?”  —Sin darle casi tiempo para responderlas todas. 

—“Nunca pude superarlo Petronio…sigo siendo muy tímido con las mujeres, no me atrevo a hablarles …he tenido muchas. Cuando envejecen, las reemplazo por otras. Me da mucha pena confesárselo Petronio…pues soy muy feliz con Domitila pero ella no es de carne y hueso. Está aquí adentro de la maleta. Mi esposa es una mujer de plástico, inflable y desinflable que me acompaña a todas partes…”.

Olmo Guillermo Liévano