
La bibliotecaria se abotonaba la blusa mientras el sol inundaba la habitación con un amarillo suave. Ya había llegado la primavera. Poco a poco la luz tocaría las hojas de los árboles y de los libros y las historias se iluminarían.
Cada día caminaban debajo de los tilos, sorteando los charcos en otoño. En invierno iban por el sendero evitando la nieve que se apilaba en las esquinas de las casas y en el borde de las cosas y sus colores.
Empezaba la primavera y las flores comenzaban a brotar.
El verano en aquellas tierras se haría esperar y entonces pasearían por la ribera del río donde el aire era más fresco y el camino se hacía más blando, algunos vecinos escandalizados los habían visto descalzarse y la señorita enseñaba sus tobillos sin recato.
Juan estaba en la puerta esperando para ir junto a su amada hasta la tercera calle donde estaba la biblioteca, allí se quedaba ella, eran apenas veinte minutos que saboreaban con miradas y sonrisas. Después abría su librería, donde se vendía de casi todo, en aquel pueblo había pocas tiendas y él hacía cómoda la vida de sus vecinos.
Valeria, su amada, que así se llamaba, no quería casarse todavía, pero él había decidido comprar los anillos y si no quedaba otro remedio que comprometerla públicamente, lo haría, no podía vivir sin esa melena rubia y esos ojos de un caramelo tan dulce que lo hacían temblar cuando lo miraba.
Le importaría muy poco que las lenguas aburridas se afilaran en la mejor obsidiana.
El sol brillaba pintando todo de un grácil dorado, incluso el rostro de Valeria, que ese día inesperadamente solo dijo una palabra: sí. Para siempre sí, porque lo que más deseaba era poder bañarse junto a él, en el río. En cualquier momento. En cualquier verano. Dentro del ambarino sutil de cada tarde con su brisa vaporosa.
La mayoría de los autores que participan en esta revista han colaborado a la creación del libro:
- Los colores que no vi mientras me rompía por Carolina Margherita
- Amarillo por Gloria Rolfo
- Amarillo por Marcela Saavedra
- Amarillo sin límites por Graziella Boffini
- El amarillo de la primavera por Blanca Quesada
- El coche por Jean Claude Fonder
- El vestido amarillo por Raffaella Bolletti
- La portada de mi libro es amarilla por Silvia Zanetto
- Los días amarillos poe Sergio Ruiz
- Misterio por Leda Negri


