Nuestro tiempo

Siento que el tiempo ahora se desplaza por mi vida y por la tuya más despacio que antes, cuando te dabas la vuelta en la cama o corríamos por el jardín rápidas, te tirabas sobre el césped revolcándote, saltabas, jugábamos, una bendición. trotabas detrás de la pelota. Caminábamos y yo contaba los pasos de cien en cien; de esa manera pude olvidarme de la pandemia. Entonces tú tenías diez años, contar fue la técnica para dejar atrás ese ritmo lindo que se acabó con el paso del tiempo, cada vez más espeso, como los barcos añejos con ese olor a madera sepultada al ritmo de viajes hundidos en la misma mar, salada como las lágrimas de todos los ahogados. Estamos fabricados con las mismas moléculas que se repiten en una combinación variable en el universo.   Solo he descubierto que todo tiene una medida; cada vida su temporada. En este momento tienes catorce años y mis lágrimas están elaboradas del mismo material que las tuyas, tu cuerpo y el mío se parecen mucho, te quiero mi maravillosa compañera, me gustaría que pudieses hablar, me gustaría con premura que me dijeras lo que necesitas, quizás estar a mi lado hasta el final o irte sin sufrir ¿Te irás pronto? ¿Dime qué quieres? tú sigues guardando el secreto que tanto necesito, tu pensamiento, tu deseo Lili, mi bella perrita. Me miras. Pasear a Lili, visitar a Mercedes, comer con Sergio y comprar las entradas para la ópera. De pronto el blanco se deshace y los colores de mi traje se alargan, me resbalo, la nieve, dura y blanda a la vez me arropa y salpica a los otros compañeros con la velocidad de mis esquís brillantes, naufragué en la cima de alguna montaña brillante y llegué hasta el mismo cielo, pesa lo blanco. Me abriga. Escucho a Nabuco con Lili, entró conmigo al teatro, estamos en el mismo sofá, tan cómodo ¿será así el paraíso?