La bruja

Paris – La rue du Havre, 1893
LOUIS MARIE DE SCHRYVER(1862-1942)

La llamaban La Bruja, era española, su carro rebosante de flores era como una gran mancha de color que hechizaba la antigua calle De Havre con el fondo de la estación Saint Lazare, un enorme edificio clásico tristemente pardusco. Las clientas la rodeaban. Los sombreros posados con coquetería sobre sus cabellos levantados añadían toques florales y sus vestidos colorados para celebrar la primavera, participaban en la fiesta. La calle misma respiraba ruidosamente; los carruajes y los ómnibus pasaban sin cesar, dejando demorarse el olor de sus caballos; los militares, uniformados resplandecientes, chaqueta azul con botones dorados sobre pantalones rojos, paseaban por las aceras y sonreían a las hermosas damas que paseaban sus perros y a sus hijos. Era París, el París canalla.
La florista con su gran delantal azul cansado que cubría su vestido rosa y su camisola con grandes rayas azules también trabajaba duro. Una pequeña bufanda a juego con su vestido la hacía simpática. ¿Por qué demonios la llamaban La Bruja? 
Amaba las flores, las plantaba ella misma e incluso poseía un invernadero donde las cultivaba con otras plantas. Es por eso que era conocida y apreciada en todo el vecindario y no solo. También hacía pociones, combinaba plantas y flores para colmar así las esperanzas de estas damas. 
Un día, yo también me acerqué a su carro. Localicé unas flores muy bonitas en forma de campanilla de color morado, me dijo que eran belladona. «La hacedora de ángeles» me dijo mientras preparaba el ramo y me dejó un folio en el que explicaba con todo detalle lo que no había que hacer para obtener este resultado.



Jean Claude Fonder