
El futuro que imagino está muy lejos. Veo una hermosa playa de arena fina y dorada con el mar claro lleno de pequeños peces nadando en la orilla, veo una casa en medio de un bosque con un césped de flores. Es lo que me ofrecía cada verano de mi vida y que nunca aprecié lo suficiente, deseando ir a otros lugares. Ahora todo esto me parece un regalo maravilloso y es donde desearía poder ir con toda mi familia y ver a mis viejos amigos.
Esta horrible emergencia que nadie hubiera imaginado, nos ha enseñado a apreciar más lo que tenemos. Nunca quise abrazar y besar a mis amigos tanto como ahora, y entiendo que elegí a las personas adecuadas porque extraño su presencia.
En esta situación no faltan preocupaciones, el dolor por los muertos, el miedo de enfermarse y de no tener los medios para vivir, sin embargo, tuvimos mucho tiempo para reflexionar.
En realidad, tenemos demasiado, y podemos renunciar a algo y dárselo a quienes más lo necesitan. Encerrados en casa, el mundo ha mejorado, los niños se han quedado más con los padres quienes siempre trabajan y nunca tienen tiempo para
ellos, los animales ya no se sienten amenazados, no hay ruido, el aire está limpio e incluso en Milán puedes respirar bien si no contraes el virus….
Me pregunto si en futuro, cuando volvamos a la normalidad, recordaremos los valores verdaderos o si comenzaremos a comportarnos como antes.
Leda Negri
