Aquella noche

Esa noche, cuando volví a casa, yo estaba como vacía. Sin llanto, sin gritos, solo vacío. Me arrancaste una parte de mí. Esa noche volví a casa a eso de las 4 de la mañana y me sentí sucia y mala como si me hubieran castigado. ¿Es culpa mía? ¿La forma en que actué te hizo pensar que era un sí? ¿La forma en que estaba vestida, quizás? Me pediste que subiera, debí haber entendido lo que iba a pasar, pero te seguí. Subimos y me besaste, pero no me opuse… Me desnudaste, al principio pensé que quería, aunque mi cuerpo me hacía señas de que parara. Era débil contigo y lo sabías. Había bebido demasiado, no te conocía, pero nunca pensé que me harías pasar por esto. Empezaste a tocarme, no sabía cómo detenerte, así que me quedé allí, paralizada, incapaz de moverme, no me atreví a gritar, pero en el fondo sabía lo que me estaba pasando y sin embargo me quedé allí, impotente, ahogándome bajo tus manos que me sujetaban tan firmemente. No te dije que no. No sabía cómo. No es que me preguntaras si quería. Tenía 14 años, tío.

Bruselas, 6 de febrero de 2023

Ce soir-là

Ce soir-là, en rentrant chez moi, j’étais vide. Pas de pleurs, pas de cris, juste du vide. Tu m’as arraché une partie de moi. Je suis rentrée chez moi, ce soir-là vers 4h du matin, je me suis sentie sale et mauvaise comme si j’avais été punie. Est-ce que c’est ma faute ? Est-ce que la façon dont je me suis comporté t’as fait croire que c’était un oui ? La façon dont j’étais habillée peut-être ? Tu m’as proposé de monter, j’aurai dû comprendre ce qui allait se passer et pourtant je t’ai suivi. On est monté et tu m’as embrassée, je n’étais pourtant pas contre…Tu m’as déshabillée, au début j’ai cru que je voulais, même si mon corps me faisait signe d’arrêter. J’étais faible par rapport à toi et tu le savais. J’avais beaucoup trop bu, je ne te connaissais pas mais je n’aurai jamais pensé que tu allais me faire vivre ça. Tu as commencé à me toucher, je ne savais pas comment t’en empêcher donc je suis restée là, paralysée, incapable de bouger, je n’ai pas osé crier mais au fond de moi je savais ce qui était en train de m’arriver et pourtant je suis restée là, impuissante, en train de me noyer sous tes mains qui me tenaient si fermement. Je ne t’avais pourtant pas dit non. Je ne savais pas comment. Non pas que tu m’aies demandée si je voulais. J’avais 14 ans, mec.

Bruxelles, le 6 février 2023

La niña de cabello castaño y ojos verdes 

Hace mucho tiempo conocí a una niña. Cabello castaño, ojos verdes con un ligero tono de avellana. Tenía un papá, una mamá y una hermana. Una pequeña y hermosa familia. Hasta que las cosas cambiaron. 9 años. Esa era la edad que tenía el día que se le anunció esta noticia que cambió su vida. Quizás era demasiado joven, pero le costó entender por qué la cara de su madre se había descompuesto después de recibir esa llamada. No tenía idea de que después de esa llamada, nada volvería a ser lo mismo. Su primer reflejo fue abrazar a su madre. No lloró, no gritó, solo hizo preguntas. En ese momento era como si se hubiera dado cuenta de que de ahora en adelante era su trabajo mantener a su familia en su lugar. Regresó a la escuela poco después de ese terrible accidente, y volvió llena de alegría de vivir, como si nada hubiera sucedido. No entendía por qué todos venían a hablarle, a abrazarla diciéndole que era «fuerte». A sus profesores les preocupaba verla tan calmada a veces. Algunos pensaban que estaba bien, como otros decían que simplemente no se daba cuenta del impacto que iba a tener en ella.

Oye a su madre llorar todas las noches, y es peor cuando es el día del padre o su cumpleaños. A su madre no le gusta hablar de él, ¿quizás demasiados recuerdos dolorosos? Al menos eso es lo que se dice a sí misma. Siempre quiso tener un buen recuerdo de él. Siempre dice que lo está pasando bien, que está de luto, que ha aprendido a vivir con ello. Hasta se ríe. Ni siquiera piensa en ello. Algunos dirían que era demasiado pequeña para darse cuenta, o incluso recordarlo, pero creo que ha vivido con esa especie de venda en los ojos durante los últimos siete años. Una venda que le permitía no sentir ningún dolor, posee esta pequeña picazón en el corazón que le llega de repente viendo a otras chicas con sus papás.

Nunca ha pensado demasiado en la realidad, en su padre, en las secuelas que podría haberle quedado… Esta venda se la queda porque no tiene derecho a romperse. No puede soltarse. Era solo una niña en ese momento, cierto, pero sabía que, por su madre, por su hermana, por su familia, no podía quebrarse, así que no lo hizo. Sé que probablemente me dirás que nadie espera que una niña de nueve años no se derrumbe después de algo así, pero en su cabeza, no podía. Intentó proteger a su madre y a su hermana, así que lo guardó todo en su interior, esperando que les quitara un peso de encima pensar que al menos estaba bien. No podía hacer mucho más. Les hacía dibujos para que no estuvieran demasiado tristes al tener que clasificar los papeles del seguro, trataba de hacerles reír contándoles chistes, pero por un momento nada parecía ayudar. A pesar de todo, esta dulce e inocente niña necesitaba a su padre. Todas las chicas necesitan un padre. Ese héroe que está aquí para cuidar nuestras heridas y curar nuestras penas. Lo necesitaba, pero desgraciadamente el destino había decidido otra cosa.

No se habla lo suficiente de los padres que se van de repente, sin avisar. «Cuida de tu madre por mí, ¿vale?» Eran las últimas palabras que le había dicho, y así lo hizo.

Esta niña crecerá, pronto tendrá 16 años. No habrá cambiado. Ella siempre querrá proteger a su madre, incluso si se da cuenta de que no puede aliviar su dolor. Todavía no hablará de su padre, o al menos no de las consecuencias que su muerte pudo haber tenido en ella. Ni siquiera lo pensará hasta que una de sus amigas le hable de verdad de su papá, su héroe, su mejor amigo. No tendrá una adolescencia fácil cuando se vaya. Algunos chicos tontos le pisotearán el corazón, ella sufrirá al ver solo defectos al escrutar cada centímetro de su cuerpo ante su espejo, se sentirá avergonzada y humillada después de un desafortunado encuentro, cometerá errores, y va a perder amigos. Ella será herida y a cambio lastimará. La gente herida hiera después de todo. Probablemente se preguntará si todo esto habría pasado si él hubiera estado allí. Pero por razones tristes y obvias, nunca tendrá una respuesta a esta pregunta que le recorrerá la cabeza. Esta niña de cabello castaño y ojos verdes no sabe lo que le espera, pero sé que va a estar bien. Como la gente le dijo, es fuerte después de todo. ¿Verdad?

Bruselas, 13 de junio de 2023

La petite fille aux cheveux bruns et aux yeux verts  

Il y a longtemps j’ai connu une petite fille. Cheveux bruns, yeux verts avec une légère teinte noisette. Elle avait un papa, une maman et une sœur. Une belle petite famille quoi. Jusqu’au jour où les choses ont changé. 9 ans. C’est l’âge qu’elle avait le jour où on lui a annoncé cette nouvelle qui a changé sa vie. Peut-être qu’elle était simplement trop jeune, mais elle a eu du mal à comprendre pourquoi le visage de sa mère s’était décomposé après avoir reçu ce coup de fil. Elle ne se doutait pas qu’après cet appel, plus rien ne serait plus jamais pareil. Son premier réflexe avait été de faire un câlin à sa maman. Elle n’a pas pleuré, elle n’a pas crié, elle a juste posé des questions. A ce moment précis c’était comme si elle avait compris que dorénavant ça allait être son rôle de garder sa famille en place. Elle est retournée à l’école peu après ce terrible accident, et elle y est retournée pleine de joie de vivre, comme si rien n’était arrivé. Elle ne comprenait pas pourquoi tout le monde venais lui parler, lui faire des câlins lui disant qu’elle était « forte ». Ses professeurs s’inquiétaient de la voir aussi calme parfois. Certains se disaient que c’était bien, comme d’autres se disaient qu’elle ne réalisait simplement pas l’impact que cela allait avoir sur elle.

Elle entend sa mère pleurer tous les soirs, et c’est pire quand c’est la fête de pères ou encore son anniversaire. Sa mère n’aime pas parler de lui, trop de souvenirs douloureux peut-être ? C’est ce qu’elle se dit en tout cas. Elle a toujours voulu garder un bon souvenir de lui, c’était sûr. Elle dit toujours qu’elle le vit bien, qu’elle a fait son deuil, qu’elle a appris à vivre avec, quoi. Elle en rigole même. Elle n’y pense même pas en général. Certains dirons qu’elle était simplement trop petite pour s’en rendre compte, ou même de se rappeler de lui, mais je pense plutôt qu’elle a simplement vécu avec cette espèce de bandeau sur les yeux ces sept dernières années. Un bandeau qui lui permettait de ne ressentir aucune douleur, appart cette petite pique au cœur qui lui viens soudain en voyant d’autres filles avec leurs papas. Elle n’y a jamais trop réfléchi en réalité, à son père, aux séquelles qui auraient bien pu lui rester… Ce bandeau, elle le garde car elle n’a pas le droit de craquer. Elle ne peut pas se laisser aller. Ce n’était qu’une enfant à l’époque, certes, mais elle savait que pour sa maman, pour sa sœur, pour sa famille, elle ne pouvait pas craquer, alors elle ne l’a pas fait. Je sais que vous allez sans doute me dire que personne n’attend d’une petite fille de 9 ans de ne pas craquer après un évènement pareil, mais dans sa tête, elle ne pouvait pas. Elle a essayé de protéger sa maman et sa sœur, donc elle a gardé tout enfoui en elle, espérant que cela enlèverait un poids de leurs épaules de se dire qu’au moins, elle allait bien. Elle ne pouvait pas faire grand-chose d’autre. Elle leur faisait des dessins pour qu’elles ne soient pas trop tristes en devant trier les papiers d’assurance, elle essayait dès les faire rire en leur racontant des blagues, mais pendant un moment en tout cas, rien n’avait l’air d’aider. Malgré tout, cette petite fille si douce et si innocente avait besoin de son papa. Toutes les jeunes filles ont besoin d’un père en réalité. Ce héros qui est là pour prendre soin de nos blessures et guérir nos chagrins. Elle en avait besoin, mais malheureusement le destin en avait décidé autrement.

On ne parle pas assez des parents qui partent si soudainement, sans prévenir. « Prends soin de ta maman pour moi, d’accord ? » c’étaient les derniers mots qu’il lui avait dits, et donc elle le fit.

Cette petite fille va devenir grande, bientôt elle aura 16 ans. Elle n’aura pas changé. Elle voudra toujours protéger sa maman, même si elle se rendra compte qu’elle ne pourra pas adoucir sa peine. Elle ne parlera toujours pas de son père, ou en tout cas pas des conséquences que son décès aura bien pu avoir sur elle. Elle n’y pensera même pas avant qu’une de ses amies lui en parle vraiment, de son papa, son héros, son meilleur ami. Elle n’aura pas une adolescence facile après son départ. Certains garçons idiots lui piétineront son cœur, elle souffrira en ne voyant que des défauts en scrutant chaque petit centimètre de son corps devant son miroir, elle se sentira honteuse et humiliée après une malheureuse rencontre, elle va commettre des erreurs, et elle perdra des amis. Elle sera blessée et elle blessera en retour. Les gens blessés blessent après tout. Elle se demandera sûrement si tout cela serait arrivé s’il avait été là. Mais pour des tristes et évidentes raisons, elle n’aura jamais de réponse à cette question qui lui trottera sans cesse dans la tête. Cette petite fille aux cheveux bruns et au yeux verts, elle ne sait pas encore ce qui l’attends, mais je sais qu’elle va s’en sortir. Comme les gens le lui ont dit, elle est forte après tout. Pas vrai ?

Bruxelles, le 13 juin 2023