El mensaje del árbol

Era enorme el árbol. Lo abracé y sentí… No sé describir con palabras la emoción profunda que me embargó.

Con su inmensa calma el gigante parecía dormido.

Creo que él era el centro del bosque. Tal vez era él el centro del mundo…

Mis brazos alcanzaban apenas a abrazar una pequeña parte de su poderosa cintura.

Una emoción muy especial me embargó. No sabría describirla. Era como penetrar en los secretos del mundo, como penetrar en algo indecible… sentí que el inmenso árbol me aceptaba, que me entregaba algo de sus secretos, algo que muchos otros no podrán jamás sentir.

Sentí el susurro de la brisa contra mi piel y el murmullo de las hojas que parecía traer mensajes desde muy lejos…

Sentí que algo profundo y extraño estaba sucediendo. 

Sentado, apoyé mi espalda en su tronco y lentamente me dormí entre sus raíces.

Yo era parte de la foresta, parte del inmenso árbol.

Sentí que el árbol quería transmitirme un mensaje.

— El viento lleva los rumores del mundo— dijo.

— Pero los árboles llevamos historias y mensajes en nuestras raíces. Así nos llegan avisos y viejas historias traspasadas de raíz a raíz…

Un largo silencio. Luego prosiguió:

— nosotros, los árboles, sentimos el peligro y enviamos mensajes con nuestras raíces a través de la tierra.

— ¿hay algún peligro? — pregunté 

— el ruido de la motosierra es lejano, pero avanza matando árboles y bosques— respondió

— cierto— dije— pero los hombres sabrán detenerse antes de destruir todo la foresta. 

Antes de dormirme dulcemente entre las raíces del gran árbol me pregunté si los árboles también sueñan.

Lentamente, en el sueño, se fue formando una imagen.

La imagen de una isla. Comprendí que era Te Pito O Te Henua.

Sus habitantes la consideraban el Ombligo del Mundo.

Hace años, muchos años, Ombligo del Mundo era habitada por un pueblo que se llamaba a sí mismo Rapa Nui. Un solo tipo de árbol crecía en la isla, el Teodomiro.

Para construir sus balsas de pesca o para hacer fuego los Rapanui utilizaban la madera de ese árbol.

Vi que, lentamente, los hombres aumentaban y prosperaban. 

Vi también que, lentamente, los Teodomiros disminuían y disminuían…

Cada vez eran más los hombres y cada vez eran menos los árboles…

Hasta que… ¡Hasta que… hasta que los hombres cortaron el último árbol!

Se hizo un gran silencio en todo la foresta. 

Entonces escuché una voz profunda diciendo: — ya ocurrió una vez… ¿Que nos asegura que no ocurrirá otra vez?

Me desperté sobresaltado. En mi espíritu una duda surgió:

¿Soñé yo que el árbol me contaba una historia o … el árbol soñó, él, que me contaba una historia?

Nota:


El ombligo del mundo o rapa-nui es una isla de Chile. El último árbol se extinguió, pero hay búsquedas en laboratorio para reproducirlo. Se ha podido reproducir en laboratorio, pero no ha fructificado en la isla.

La razón es que necesita ciertas bacterias. Al mismo tiempo las bacterias necesitan al árbol para reproducirse. A falta del árbol las bacterias también se han extinguido

Patricio Vial