
Nicolai Bogdanov-Belsky (1868-1945)
– ¡Mira Igor, un pez dorado!
El ancho y pacífico Volga fluye sus tranquilas aguas en medio de la estepa. Dimitri y su amigo Igor, que se refresca los pies en el agua, observan los peces que se acercan para ver si hay algo que comer. Se instalan temprano por la mañana en un pequeño pontón rodeado de juncos. Su amigo Vassili, que es mayor, vigila la caña de pescar que ha lanzado en este pequeño rincón donde abundan los peces.
– ¿Crees que hay peces dorados en el río? -pregunta Igor.
– Será alguien que derramó su pecera, responde Dimitri. – Debe de tener hambre, en el acuario lo alimentaban. Tal vez deberíamos atraparlo.
– Shh, te va a escuchar Vassili. Hoy no ha pescado nada.
Los dos niños siguen observando el pez dorado que, afortunadamente, no deja de girar alrededor de los pies de Igor. Pero como no encuentra nada comestible, de repente se dirige hacia el anzuelo y el gusano que está colgado en él. ¿Qué puede hacer? Sin duda se tragará todo, Vassili verá el flotador moverse, atrapará a su víctima y la sacará del agua sin dificultad. Los dos comienzan a gritar, por supuesto el pez no puede oír, pero Vasili se da la vuelta asustado sin entender, vacila, pierde el equilibrio y cae en el río. El pez dorado ya no está.
«Edgard, querido, tu cuadro es maravilloso, veo que te seduce también a ti.»
- Ya publicado en Alquimia Literaria
Jean Claude Fonder


Enhorabuena Jean Claude! Cuantos cuentos hermosos publicados en Alquimia Literaria! Un abrazo Silvia
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