Adiós

Adiós
Alfred Guillou (1844 – 1926)

En una palabra irremediable, Alfred Guillou firma y titula este cuadro que nos dice todo, que nos cuenta el mar, el mar temible pero hermoso, cruel e indomable. El pintor nos hace entrar en este mar desmontado, nos hace percibir cada detalle, sentimos la espuma que nos penetra, que nos pone pesado, su olor que se ensaña sobre nosotros, sus olas que intentan con fuerza arrancarnos al chico, estamos perdidos. El barco que ya se ha roto sobre una roca sigue desmantelándose y nos ayuda con sus restos a agarrarnos, a retener al chico que ya no resiste. Su cuerpo desnudo muestra una blancura cadavérica. El Padre lo tiene en sus brazos, despliega todo su amor para salvarlo, le sopla todavía aire en los pulmones, pero es demasiado tarde, deberá pronto dejarlo ir, este cuerpo se hundirá lentamente para unirse a todos los otros muertos que han sacrificado sus vidas a esta diosa implacable.
En un rincón oscuro del museo de Quimper, en Bretaña, una anciana deja caer algunas lágrimas sobre un rostro color marfil antiguo. Ella también perdió a su marido y a su hijo en el mar. Su nieta lo acompaña, su prometido es pescador, él también, sale al mar todos los días sea cual sea el tiempo. Hoy, los barcos están mejor armados para enfrentarse a esta ama salvaje…
Al salir la abuela murmura suavemente, en voz muy baja y sofocada para que no se oiga: Adiós.



Jean Claude Fonder