
William Hemsley (1819 – 1906)
—Mary, no quiero ir a la escuela mañana, no he terminado mi tarea.
—Hay un truco, Philip. Sólo tienes que apretar una cebolla con mucha fuerza, y parecerá que tienes fiebre.
Dicho y hecho, se apresuró a la cocina, tomó dos cebollas, se las colocó bajo las axilas y corrió de nuevo a la cama. Por la mañana, cuando su madre lo despertó, Felipe le dijo que no estaba bien y que tenía fiebre. Su madre le pasó la mano por la frente y pensó que estaba demasiado caliente.
—Mamá, me duele la garganta, —se quejó.
—Quédate en la cama y cúbrete bien, —dijo—, voy a llamar al médico.
Hacia el mediodía llegó el doctor. Philip en camisón apretaba muy fuerte la cebolla en su mano derecha, mientras temblaba, era el centro de la atención. La madre, la hermana menor e incluso el gato observaban al médico que examinaba al niño. Este aguantaba su respiración y miraba temeroso al viejo médico vestido todo de negro, pajarita y Gibus colocado a su lado sobre la mesa. La escena era impresionante, el discípulo de Hipócrates examinó rápidamente al enfermo, le tomó el pulso y sentenció:
«Amigo mío, estás gravemente enfermo, debes permanecer en cama toda la semana sin levantarte ni salir, y tomarás tres veces al día dos cucharadas de aceite de ricino.»
- Ya publicado en Alquimia Literaria
Jean Claude Fonder

