Planeta Azul

Hoy la clase desborda de chicos de secundaria pendientes de lo que va a responder la profesora. Las preguntas vuelan numerosas como una nube de flechas:

— ¿Por qué el clima está enloquecido?¿Qué va a pasar si la tierra se calienta?¿Por qué es malo deforestar el Amazonas? ¿Por qué el plástico es un problema? ¿Por qué el petróleo es un problema? ¿Hay demasiados coches? ¿Es verdad que necesitamos los coches eléctricos? …

Una chica se desmarca alzando la mano y la profe pide silencio para escucharla:

— ¿Por qué  llamamos a la tierra el Planeta Azul?

— Porque cuando se ve desde el espacio es azul, —responde la docente, — la tierra, como nuestro cuerpo está formada por agua en un 70%, el agua es la vida. Nuestra tierra es preciosa, tenemos que salvarla, cuidarla, hacer que sea aún más bella para vosotros que sois el futuro, el futuro de la humanidad. ¡Os toca a vosotros, chicos!

El silencio de la reflexión se impone por un momento. Todos se dan cuenta de que la manifestación a la cual quieren participar no es solo un juego de carteles y de disfraces.

De repente las lágrimas desesperadas de una muchachita rompen la tregua.

— ¿Margherita, pobre, qué te pasa, por qué lloras?

— Mi madre no me deja participar, dice que es peligroso y no me puede acompañar. Pero también yo quiero hacer algo. —dice con voz temblorosa.

— Muy bien, Margherita, cada uno puede hacer lo que pueda: dile a tu madre y a tu padre que dejen de utilizar y comprar plástico y cosas embaladas en plástico. Y que compren un coche eléctrico o, aún mejor, que no lo compren.

Jean Claude Fonder