La Tierra de nadie

Es una ciudad en la ciudad, que va más allá del altísimo muro y de las trincheras; estoy cruzando la tierra de nadie. Pasando el alambre de pinchos, hay campos minados; tendré que incapacitar a los guardias de las torres. Esta parte se llama “Nuestra Tierra Lejana”, llena de humo en la oscuridad, residuos tóxicos en toda la zona, habitada por gente que va tambaleándose buscando restos de comida. Aquí hay muchas cosas con las que puedo tropezar, como los buitres que se alimentan de carroña y que tienen acceso a los cuerpos que están bajo tierra, pero que no necesitan pedir ayuda porque ya están todos muertos. No hay policía, leyes, controladores, sólo quebrantadores de la ley. Un olor asqueroso en el aire y el viento malsano viene y va por la carretera. El sol negro deja pasar poca luz y es prácticamente poco visible desde abajo; ruidos de máquinas voladoras cruzando el cielo, un silencio ensordecedor taponando el oído.

¿Qué pasó? Me pregunto a mí mismo. ¿Una guerra nuclear, una bomba atómica, una invasión de alienígenas, un eclipse de enorme magnitud? No, han sido los Replicantes que han asumido el poder, después del conflicto biológico de los Avatar de la computación. Me contestó un ser extraño con máscara de gas. Mientras tanto, me topé con un letrero oxidado que dejaba entrever: Bienvenidos a Milán 2099, la ciudad del futuro. “Pasado este punto, abandonen la esperanza” han añadido con un marcador.

Luigi Chiesa